Querido amigo. “En el mundo tendréis luchas, pero no tengáis
miedo Yo he vencido al mundo”. Al salir de la infancia mental nos colocan en la
batalla. Nos quejamos, intentamos desertar, maldecimos nuestra suerte pero finalmente
nos damos cuenta de que es lo que siempre habíamos deseado. No perder la vida en
el sofá. No pasar la vida sin haber hecho un bien que deje fruto. No haber
vivido para nada. El partido se juega en un campo de batalla. Es verdad, no
todo es lucha. También –gracias a Dios- hay tiempos de disfrutar, de gozo, de
paz. Y son importantes estos momentos porque nos hablan de lo que viviremos
eternamente, de quienes somos realmente y del sentido de nuestra vida, como el
soldado mira la foto de su hogar para tomar ánimos en medio de la brecha. Hay
muchos pasajes en la Sagrada Escritura donde Dios pregunta si hay alguien
dispuesto a ir a luchar. No te voy a decir que le responden los valientes. No,
más bien, lo hacen los cobardes, porque todos lo somos. Pero sí aquellos que
han comprendido que en esto consiste lo mejor de esta vida y que mirando al
Capitán de este ejército cerramos los ojos –o mejor dicho los abrimos hasta ver
más allá de la apariencia- y nos lanzamos a la batalla. Es tan importante
nuestra misión que no nos es lícito desertar. No te asustes por la dificultad,
exterior o interior. El que te eligió ya la conocía cuanto te llamó. El confirma hoy su llamada: “Ve,
te necesito, te envío,…” Con El tu vida dará un fruto que no te puedes ni
imaginar. "No temáis, Yo estaré con vosotros hasta el final". Confía y trabaja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario