miércoles, 12 de diciembre de 2018

LOS CANSANCIOS DE LA VIDA

Comienzo este día con tu Palabra. Tienes tanta ternura y misericordia con nosotros. Miras nuestras fatigas sin acusarnos, sin juzgarnos. Lo que buscas es levantarnos. Que así sea yo con los demás y conmigo mismo, Señor. Siempre levantando con mis palabras, como Tú.
Y eso que nuestras fatigas proceden tantas veces de nuestros deseos desordenados, de esas fuerzas devastadoras y agotadoras que hay en nosotros y que buscan controlarlo todo, que no soportan que no se haga su voluntad, que los demás no sean como queremos, que no tenga la comodidad, la salud o el gusto que me gustaría, ese cansancio hecho de frustraciones y pretensiones sobre la realidad, sobre los demás, sobre mí mismo. Incluso pretensiones sobre Ti.
Así nos dices a través de tu profeta - Is 40,25-31-: 
"¿Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel: «Mi suerte está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa»? 
Cuando nos asalta la fatiga dudamos de Ti: "¿Acaso no te importo? ¿Es que no ves mis luchas, mis cansancios, que no puedo más?"
Y pensamos que también Tú te has cansado. Te has cansado de nosotros -y con razón, nos parece- te has cansado del mundo y sobretodo te has cansado de mí...
Por eso respondes:
"¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído? El Señor es un Dios eterno y creó los confines del orbe. No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia.
«¿A quién podéis compararme, que me asemeje?», dice el Santo. Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿Quién creó aquello? El que cuenta y despliega su ejército y a cada uno lo llama por su nombre; tan grande es su poder, tan robusta su fuerza, que no falta ninguno".
¡Tú no te cansas! Cómo comprendo entonces la sentencia de San Juan de la Cruz: "El alma que anda en amor ni cansa ni se cansa". ¿No será eso lo que me falta: más amor? Pero amor tamaño Tú. "Dios es Amor". Tú eres Amor, el Amor que no se cansa. Y por eso mismo das descanso a los cansados, nosotros, los que no amamos todavía como Tú.
Leo tu promesa en tu Palabra por boca del profeta: 
"Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido; se cansan los muchachos, se fatigan; los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse".
Y luego te escucho a Ti en persona:
(Mt 11,28-30)
-«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Este es el secreto. Esta es la fuerza. Recibir de ti el Amor. El Yugo de obediencia y confianza en el Padre que nos llena de su mismo Amor, el Espíritu Santo. 
Entonces yo también podré vivir ese amor que ni cansa ni se cansa. 
Entonces encontraré descanso para mis fatigas, naufragando en tu Pecho mis congojas y tomando de ese mismo Pecho el fuego de Amor para incendiar la tierra.