sábado, 19 de julio de 2014

Jesús, el maestro de lo pequeño

Aprendiendo el arte de lo pequeño

Hay un estudio reciente q afirma el 78% de nuestros hábitos los hemos adquirido por imitación en los primeros cinco años de vida, principalmente de las madres.

Cuantas veces Jesús vería a su Madre hacer el pan amasando pacientemente (porque en aquellos tiempos en Palestina no había panaderías sino como mucho en cada pueblo medianamente grande, como Nazaret, un horno común, de modo q cada mujer amasaba el pan en casa y luego todas lo llevaban a hornear al horno común) Pues ahí vemos a la Virgen en su casa luchando con la masa de harina, una vuelta y otra vuelta y otra, con alegría porque era el pan para su hijo, para su esposo y tb para alguna familia vecina en apuros... Qué alegría tenia la Virgen haciendo lo que sabía que le agradaba tanto a Dios: amar en lo pequeño.

 Y Cuanto afecto se ve q tenía Jesús a los trabajadores del campo, las amas de casa y tantos otros hombres y mujeres sencillos q dan la vida por los demás en lo escondido de sus trabajos. Este afecto supura en estas parábolas que hoy escuchamos.

Y es q así es tb Dios, trabaja en lo pequeño, pacientemente, a veces le recriminamos por que no actúa más directamente contra el mal, pero prefiere actuar con paciencia, desde dentro de los corazones antes q destruirnos a todos, pues ninguno somos inocentes del todo.


La paciencia de Dios vs nuestra impaciencia

Su paciencia con el hombre tiene q ver con su poder, su misericordia no es signo de debilidad sino de majestad, y así enseña al justo a ser humano.

Muchas veces decimos q hay q ser justos y sinceros y con esa razón somos duros, exigentes e impacientes.

Perdonar es un acto de fe, de fe en el hombre q tienes delante, es la fe q Dios tiene en ntros como el hombre de campo q sabiamente siembra la pequeña semilla y no separa cizaña de trigo hasta la siega, es la sabiduría de la paciencia y la misericordia. Por ejemplo en ntra familia hay una persona q siembra cizaña, que hacemos con ella? Nos dedicamos a ir desmintiendo una a una sus mentiras? Nos enzarzamos en discusiones? La tiramos por la ventana? (Esta última acción que podríamos llamar balconing no está contemplada eh?). Jesús te invita a imitar a Dios. Siembra y sigue sembrando bien en tu familia, siembras buena semilla cuando hablas bien y sólo bien de esa persona ¡pero eso es de tontos! O de sabios... Los frutos te lo dirán. Dime una sola familia q haya salido bien parada por hacer lo primero, yo te puedo decir de varias (no digo muchas porque por desgracia hay poca gente q se fíe realmente de Dios y crean a Jesús y su Iglesia) pero yo he visto familias donde el trigo ha crecido fuerte fuerte aunque estuviese ahí pegada como una lapa la señora cizaña, ... Y ese trigo ha dado de comer a varias generaciones q han vivido muy felices.


Sembremos lo pequeño de cada día q crecerá como la semilla o fermentara la masa como la levadura.

No tengamos miedo si encontramos esa dureza e impaciencia en nosotros pues el Espíritu Santo y Jesús interceden por nosotros para q sepamos pedir lo q nos conviene: esta sabiduría q hace feliz, q da paz.

Sembremos sin desanimarnos y cosecharemos para la vida eterna.

martes, 1 de julio de 2014

¿Quién es éste?

Esta es la pregunta que atraviesa los cuatro evangelios, llenos todavía de asombro cuando Mateo o Juan -ya ancianos-  le entregan sus recuerdos a los redactores de sus evangelios. Mateo era uno de aquellos que habían escuchado a Jesús predicar en Cafarnaum, pueblo marítimo que tenía su propia aduana romana de la que seguramente era responsable. Aquel rabí o maestro de la Ley de Dios no era como los demás maestros. Tenía en común con los otros la costumbre de hacer vida con sus discípulos los cuales aprendían al entrar en la escuela de un rabino no tanto de su enseñanza escolar como de su vida. Pero este maestro es distinto. Lo notaban todos. En su enseñanza no cita a otros maestros como solían hacer sino que interpreta la Ley de Dios, la torah, por sí mismo con una autoridad escandalosa para muchos. De hecho Mateo reserva los capítulos centrales de su Evangelio al gran discurso o enseñanza de Jesús en el monte en claro paralelismo con Moisés que recibió las tablas de la Ley de Dios en el monte. Pero ahora Jesus no recibe la Ley sino que la da, poniéndose a Sí mismo como criterio: "Oísteis que se os dijo...pero Yo os digo". ¿Y quién es éste para enseñar con esa autoridad, la autoridad de Dios? Esta es la cuestión, la de la autoridad de parte de Dios, la gran cuestión para acoger su enseñanza o desdeñarla como divagaciones de un loco o peor aún, de un falso profeta. El centurión encargado de la cohorte de Cafarnaun debía ser una autoridad militar importante pues no había muchas centurias en Galilea. Inmediatamente después de bajar del monte y curar milagrosamente a un leproso Jesús se encuentra con él que le suplica que cure a su siervo. Pero curiosamente cuando Jesus va a entrar en su casa, algo prohibido para un judío que quedaría impuro, el centurión reconoce justamente la autoridad de Jesús comparándola con la suya militar. Un pagano comprende mejor que el judío. Este escándalo repiquetea en la mente de los judíos conversos que leen a Mateo. Pero ¿qué hacer sino aceptar la ruptura de los esquemas ante la irreducible e imponente persona de Jesús? Cuando en el culmen del asombro le vean increpar al viento y al mar y comprobar que la creación también le obedece un escalofrío y un santo temor de Dios les invadirá, porque como bien sabe el judío por los salmos que aprendían de memoria desde niños, el estruendo de la tempestad sólo era superado y dominado por la voz de Dios. Sin embargo Jesus como un niño inocente dormía, reventado del cansancio apostólico de aquellos días , y cuando es despertado se sorprende de su falta de confianza en Dios, esa que a El le hacia dormir plácidamente en medio de la tempestad, el mismo asombro que siente ante la fe del centurión. Esta es la aparente contradicción que trae de cabeza a aquellos hombres: es débil y pequeño y al mismo tiempo imponente y lleno de autoridad ¿Quién es este hombre que ha dividido la historia en dos y hasta hoy suscita el seguimiento de millones de hombres que afirman experimentar su amistad? ¿No será Aquel que los hijos de Adán, el desterrado, llevamos milenios esperando, el verdadero primogénito de la humanidad, el auténtico Hijo de Dios a imagen del cual hemos sido diseñados? Mateo no pudo sino contar lo que vieron sus ojos aunque esto desbordase todos sus esquemas. Y su pregunta sigue atravesando la historia hasta impactar a cada hombre y mujer. Ante El sólo cabe ensanchar la razón o encerrarla en lo controlable. Lo que es imposible es permanecer indiferente. También hoy.

¿Quién es éste? La respuesta se da sólo haciendo un camino que a ninguno se nos ahorra recorrer y al que todos estamos invitados.