jueves, 28 de noviembre de 2013

ESPERANZA


¿Qué me deparará este día? Así comienza tu mente y tu corazón cada mañana. Cada día tiene su propia lucha dijo Jesús. Pero a veces parece como si ya estuviese escrito lo que va a pasar, como si no pudiera suceder nada nuevo, especial; como si en realidad no valiese la pena esperar nada. Y sin embargo tu corazón y tu inconsciente cada mañana siguen esperando. No mortifiques esa ilusión. Es más, piensa, proyecta, cómo te gustaría que fuese tu trabajo de este día, tu mañana, los encuentros con las personas, tus actitudes. Piensa cómo le gustaría al Señor que fuese, cómo quiere Jesús hoy actuar a través tuyo. Pregúntale. Y ahora pide. Suplica sin miedo porque El nos ha prometido  Yo os daré una fuerza a la que no podrán hacer frente ningún adversario vuestro y también En el mundo tendréis luchas pero no tengáis miedo Yo he vencido al mundo. Sí, El te asegura que la esperanza, la ilusión, el proyecto, la visión de futuro, no es una quimera sino la clave de la vida; como el pintor sueña, “ve” el cuadro y se lo encuentra una y otra vez en la mente, a pesar suyo, como si le persiguiese, hasta que lo empieza a pintar, poco a poco, al principio quizás con trazos inseguros, cada vez con más fuerza, borrando y volviendo a pintar, tomando distancia, parando y volviendo a la tarea, siempre imperfecto, siempre mejorable, es tan bello lo que había visto en la mente, … el proyecto precioso de Dios que El ha puesto en tu corazón para que luches por él. No lo dudes –te lo asegura una doctora de la Iglesia, santa Teresita- Dios no puede inspirar deseos irrealizables… Una y otra vez vuelve a la ilusión primera, al amor primero, que El te suscitó. No dudes de que ya ha empezado a suceder. Ten esperanza, una esperanza muy activa, lucha, levántate, empieza de nuevo, proyéctate y ponte en camino. Esto no acaba más que empezar, … lo mejor está por venir. Como dice Francisco: Espera el mañana de Dios, del Dios de las sorpresas. No huyamos de Jesús resucitado, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase ¡Nada puede más que su vida que nos lanza hacia adelante!

miércoles, 20 de noviembre de 2013

FIEL

"¿Qué quiere el Señor Dios de ti? Que seas fiel" Así de sencillo y al mismo tiempo así de difícil. Tu corazón y el mío son inconstantes. Nada hay más voluble que el carácter humano. San Francisco de Sales decía a este propósito que él pasaba a lo largo de un mismo día por todos los estados de ánimo, desde la euforia hasta el desaliento más profundo. ¿Quién puede comprender el corazón del hombre? Desgraciado aquel que se fía de sus propios sentimientos. Pero la fidelidad es posible. Sostenida por Aquel que permanece Fiel.  Con tal de que la pidamos cada mañana: No nos dejes caer en la tentaciónEl Rey en la parábola le recrimina al siervo perezoso no haber depositado, a falta de creatividad, su talento en el banco para que al menos diera intereses. Y yo pienso que cuando no tenemos fuerza o capacidad u oportunidades para hacer cosas creativas por el Señor, El nos pide que, al menos, depositemos nuestras buenas acciones en el banco del deber cumplido por amor, un depósito de renta pequeña pero fija y segura. Lo que hace fecunda nuestra vida es esa entrega en lo pequeño, es el deber cumplido con amor, pero no con amor de sentimiento sino de voluntad, amor de "buena voluntad" que quiere ser fiel aunque los sentimientos -la carne- busque huir, estén fríos, tristes o cabreados. Lo que te pide el Señor es el amor fiel, el amor que espera, en esperanza, que camina, que sigue caminando aún sin haber alcanzado la meta. Pero sabiendo que cada paso la acerca más. Con las primicias del Espíritu Santo que ya en medio del camino nos hace gustar algo del premio que le aguarda a nuestra fidelidad: la vida eterna con la Trinidad Santa y todos nuestros hermanos. Es tiempo de lucha. Es tiempo de caminar. Es tiempo de fidelidad. María lo vivió muchos días de frío y lluvia en su corazón pero seguía haciendo aquello pequeño de cada día que el Padre le había encomendado, en la casa, con los vecinos, sabiendo que nada se le escapaba al Padre, que todo formaba parte de un proyecto, que todo tenía sentido. Dichosa tú que has creído porque lo que te ha prometido el Señor se cumplirá. 

jueves, 14 de noviembre de 2013

AMANECER




Querido amigo e hijo, déjame que te diga primero lo mucho que te admiro. Hasta hace poco no eras capaz de estudiar a diario y ahora te levantas cada mañana –todas las mañanas- para ir a trabajar, a luchar, a dar la vida. Si supieras con qué orgullo te mira el Señor. Quizás cuando sales y coges el coche o el bus todavía es de noche o está amaneciendo. Fíjate bien. La luz va apareciendo tímidamente, como si no tuviera ninguna posibilidad de vencer a la fría y segura noche. Y sin embargo su constancia, su obediencia al Creador, va ensanchando su presencia hasta que se hace evidente: ha comenzado un nuevo día. Una nueva oportunidad. De nuevo, otro día más, el Creador, tu Padre, apuesta por ti, por los hombres, por toda la creación. Y si te fijas bien en tus compañeros de atasco, de metro o de bus, todos, aún debajo de sus rostros cansados, llevan una esperanza en su corazón, quizás por eso está atascado porque todos vais buscando al mismo lugar el misterio que esconde la vida. Mírales comprensivamente. También él tiene un hijo. También esa mujer extranjera tiene esperanza (si no cómo podría arrostrar tantos sacrificios y sufrimientos como vive, lejos de su familia) Mírales y pide por ellos. Por cada uno de ellos. Ellos son tú. Tú eres cada uno de ellos. Y juntos formáis un solo rostro para el Padre del cielo: el rostro de su Hijo Jesús, el trabajador de Galilea. El mismo que le dijo al hombre en los arcanos orígenes: “Trabaja la tierra y hazla dar fruto” hoy te dice lo mismo: “Con esto recibe gloria mi Padre: con que deis mucho fruto”. Sé que tú también lo deseas. Pero no te olvides de que fruto no es lo mismo que éxito, utilidad, eficacia. El fruto es aquello que queda en ti, en los demás, en el mundo cuando vuelves a casa y a través de la ventana puedes ver como el mismo sol que vencía por la mañana regresa como tú a su hogar desangrado pero feliz de haber dado la vida por iluminar un día más el mundo de los hombres. Mañana volverá a vencer, no lo dudes.

domingo, 3 de noviembre de 2013

PEQUEÑO

Hija mía, qué hermosa es tu vida. Pequeña y cotidiana. Llena de tantas acciones insignificantes para el mundo. Incluso tú misma a veces piensas si alguien lo tendrá en cuenta. Pero hija, gracias a personas como tú el mundo sigue siendo humano. Sin exigir ni gratitud ni un precio a tus pequeños favores y trabajos. Gratuitamente. Cuánto valor tiene para Dios. El no ve como los hombres, hija, El ve el corazón. También ve tu fatiga, tedio y pereza que sientes a veces. Pero ¿no te das cuenta de que a pesar de ello sigues haciendo fielmente esas pequeñas cosas? Tu fidelidad diaria sostiene el mundo, no lo dudes. Una sonrisa, ese pararse a saludar un momento, un mensaje breve a quien sabes que le hace falta o que mandas simplemente porque te has acordado de él. Qué preciosas son tus cosas para tu Padre, hija. Además ¿acaso crees que hay algo que no sea pequeño delante de su Grandeza Todopoderosa? No te dejes engañar. Ahí tirada en la alfombra toda la tarde con tu niño haciendo ese collage, disfrutando de sus pequeños descubrimientos, acompañando su crecer que llena de luz el cielo de tu Padre ¿o acaso no sabes que lo que más le importa al Padre del cielo son los juegos de sus niños? -¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?- Por eso huye del activismo, del utilitarismo asfixiante, de la prisa, de la exigencia de "el yo y el ya". Necesitamos que haya alguien que no tenga siempre el tiempo ocupado para que pueda ocuparse de nosotros, los pequeños.  Hija, haz lo que haces, no pienses en lo que harás después o en lo que no te ha dado tiempo a hacer, haz lo que haces con todo el corazón. Sabiendo que tu Padre del cielo, tirado contigo en la alfombra de tu vida disfruta como un niño viendo cómo te haces una mujer. María, la joven que hacía silencio, la madre y esposa de la casa sencilla de Nazareth, la viuda de José, la discípula siempre, siempre, te enseñará lo preciosa que es tu vida para El.