jueves, 19 de diciembre de 2013

ALEGRÍA

No podía ser otro el tema tan cerquita la Navidad. ¿Pero qué alegría? No ésa que viene del buen carácter, que igual que viene se va. Sino aquella que dice Jesús que nadie nos puede quitar. Yo encontré su fuente en un mes de silencio que hice hace algunos años. Todavía conservo la anotación que hice en mi cuaderno y que hasta hoy traigo a mi memoria todas las mañanas y cuando me muerde la serpiente de la melancolía y la tristeza. Cinco palabras constituyen ese gran secreto de la alegría perenne: Tú eres mi hijo amado. Y la experiencia interior de la alegría y la ilusión que tiene mi Padre Dios por haberme creado, por mi existencia. El resto: las circunstancias, mis éxitos o fracasos, incluso mis pecados, las personas que me rodean, unas veces agradables otras -pobrecillos- amargados, los proyectos y los recuerdos,…. todo son oportunidades para amar y servir a mi Buen Padre Dios y ayudarle a salvar a sus hijos, mis hermanos. Las cosas no nos positivizan o nos malean. Si esta fuente mana en ti y en mí somos nosotros los que positivizamos todo, aunque el efecto no se vea en el momento, como cuando el bálsamo toca la carne contraída y parece que se queda fuera, inútil, pero luego va penetrando suavemente, llenando de frescor y fragancia el interior del cuerpo. La Navidad es la celebración de este misterio del Amor que Dios te tiene, estés como estés, porque eres su hijo, su hija. El Hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres fuéramos hechos hijos de Dios le gustaba repetir a san Agustín por estas fechas, y no por casualidad las fiestas navideñas terminan con el Bautismo del Señor y esa voz dirigida a cada uno de nosotros: Tú eres mi Hijo amado en quién me complazco. Creetelo, sé que no es fácil, a mí tampoco me lo resulta, pero su abrazo insistente no deja espacio a la duda. Vence quien abraza más fuerte -dicen- y El ha venido a abrazarte hasta que dejes de llorar y te lo creas: Tú eres mi hijo, mi hija amada, mi alegría y mi ilusión. Feliz Navidad

jueves, 28 de noviembre de 2013

ESPERANZA


¿Qué me deparará este día? Así comienza tu mente y tu corazón cada mañana. Cada día tiene su propia lucha dijo Jesús. Pero a veces parece como si ya estuviese escrito lo que va a pasar, como si no pudiera suceder nada nuevo, especial; como si en realidad no valiese la pena esperar nada. Y sin embargo tu corazón y tu inconsciente cada mañana siguen esperando. No mortifiques esa ilusión. Es más, piensa, proyecta, cómo te gustaría que fuese tu trabajo de este día, tu mañana, los encuentros con las personas, tus actitudes. Piensa cómo le gustaría al Señor que fuese, cómo quiere Jesús hoy actuar a través tuyo. Pregúntale. Y ahora pide. Suplica sin miedo porque El nos ha prometido  Yo os daré una fuerza a la que no podrán hacer frente ningún adversario vuestro y también En el mundo tendréis luchas pero no tengáis miedo Yo he vencido al mundo. Sí, El te asegura que la esperanza, la ilusión, el proyecto, la visión de futuro, no es una quimera sino la clave de la vida; como el pintor sueña, “ve” el cuadro y se lo encuentra una y otra vez en la mente, a pesar suyo, como si le persiguiese, hasta que lo empieza a pintar, poco a poco, al principio quizás con trazos inseguros, cada vez con más fuerza, borrando y volviendo a pintar, tomando distancia, parando y volviendo a la tarea, siempre imperfecto, siempre mejorable, es tan bello lo que había visto en la mente, … el proyecto precioso de Dios que El ha puesto en tu corazón para que luches por él. No lo dudes –te lo asegura una doctora de la Iglesia, santa Teresita- Dios no puede inspirar deseos irrealizables… Una y otra vez vuelve a la ilusión primera, al amor primero, que El te suscitó. No dudes de que ya ha empezado a suceder. Ten esperanza, una esperanza muy activa, lucha, levántate, empieza de nuevo, proyéctate y ponte en camino. Esto no acaba más que empezar, … lo mejor está por venir. Como dice Francisco: Espera el mañana de Dios, del Dios de las sorpresas. No huyamos de Jesús resucitado, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase ¡Nada puede más que su vida que nos lanza hacia adelante!

miércoles, 20 de noviembre de 2013

FIEL

"¿Qué quiere el Señor Dios de ti? Que seas fiel" Así de sencillo y al mismo tiempo así de difícil. Tu corazón y el mío son inconstantes. Nada hay más voluble que el carácter humano. San Francisco de Sales decía a este propósito que él pasaba a lo largo de un mismo día por todos los estados de ánimo, desde la euforia hasta el desaliento más profundo. ¿Quién puede comprender el corazón del hombre? Desgraciado aquel que se fía de sus propios sentimientos. Pero la fidelidad es posible. Sostenida por Aquel que permanece Fiel.  Con tal de que la pidamos cada mañana: No nos dejes caer en la tentaciónEl Rey en la parábola le recrimina al siervo perezoso no haber depositado, a falta de creatividad, su talento en el banco para que al menos diera intereses. Y yo pienso que cuando no tenemos fuerza o capacidad u oportunidades para hacer cosas creativas por el Señor, El nos pide que, al menos, depositemos nuestras buenas acciones en el banco del deber cumplido por amor, un depósito de renta pequeña pero fija y segura. Lo que hace fecunda nuestra vida es esa entrega en lo pequeño, es el deber cumplido con amor, pero no con amor de sentimiento sino de voluntad, amor de "buena voluntad" que quiere ser fiel aunque los sentimientos -la carne- busque huir, estén fríos, tristes o cabreados. Lo que te pide el Señor es el amor fiel, el amor que espera, en esperanza, que camina, que sigue caminando aún sin haber alcanzado la meta. Pero sabiendo que cada paso la acerca más. Con las primicias del Espíritu Santo que ya en medio del camino nos hace gustar algo del premio que le aguarda a nuestra fidelidad: la vida eterna con la Trinidad Santa y todos nuestros hermanos. Es tiempo de lucha. Es tiempo de caminar. Es tiempo de fidelidad. María lo vivió muchos días de frío y lluvia en su corazón pero seguía haciendo aquello pequeño de cada día que el Padre le había encomendado, en la casa, con los vecinos, sabiendo que nada se le escapaba al Padre, que todo formaba parte de un proyecto, que todo tenía sentido. Dichosa tú que has creído porque lo que te ha prometido el Señor se cumplirá. 

jueves, 14 de noviembre de 2013

AMANECER




Querido amigo e hijo, déjame que te diga primero lo mucho que te admiro. Hasta hace poco no eras capaz de estudiar a diario y ahora te levantas cada mañana –todas las mañanas- para ir a trabajar, a luchar, a dar la vida. Si supieras con qué orgullo te mira el Señor. Quizás cuando sales y coges el coche o el bus todavía es de noche o está amaneciendo. Fíjate bien. La luz va apareciendo tímidamente, como si no tuviera ninguna posibilidad de vencer a la fría y segura noche. Y sin embargo su constancia, su obediencia al Creador, va ensanchando su presencia hasta que se hace evidente: ha comenzado un nuevo día. Una nueva oportunidad. De nuevo, otro día más, el Creador, tu Padre, apuesta por ti, por los hombres, por toda la creación. Y si te fijas bien en tus compañeros de atasco, de metro o de bus, todos, aún debajo de sus rostros cansados, llevan una esperanza en su corazón, quizás por eso está atascado porque todos vais buscando al mismo lugar el misterio que esconde la vida. Mírales comprensivamente. También él tiene un hijo. También esa mujer extranjera tiene esperanza (si no cómo podría arrostrar tantos sacrificios y sufrimientos como vive, lejos de su familia) Mírales y pide por ellos. Por cada uno de ellos. Ellos son tú. Tú eres cada uno de ellos. Y juntos formáis un solo rostro para el Padre del cielo: el rostro de su Hijo Jesús, el trabajador de Galilea. El mismo que le dijo al hombre en los arcanos orígenes: “Trabaja la tierra y hazla dar fruto” hoy te dice lo mismo: “Con esto recibe gloria mi Padre: con que deis mucho fruto”. Sé que tú también lo deseas. Pero no te olvides de que fruto no es lo mismo que éxito, utilidad, eficacia. El fruto es aquello que queda en ti, en los demás, en el mundo cuando vuelves a casa y a través de la ventana puedes ver como el mismo sol que vencía por la mañana regresa como tú a su hogar desangrado pero feliz de haber dado la vida por iluminar un día más el mundo de los hombres. Mañana volverá a vencer, no lo dudes.

domingo, 3 de noviembre de 2013

PEQUEÑO

Hija mía, qué hermosa es tu vida. Pequeña y cotidiana. Llena de tantas acciones insignificantes para el mundo. Incluso tú misma a veces piensas si alguien lo tendrá en cuenta. Pero hija, gracias a personas como tú el mundo sigue siendo humano. Sin exigir ni gratitud ni un precio a tus pequeños favores y trabajos. Gratuitamente. Cuánto valor tiene para Dios. El no ve como los hombres, hija, El ve el corazón. También ve tu fatiga, tedio y pereza que sientes a veces. Pero ¿no te das cuenta de que a pesar de ello sigues haciendo fielmente esas pequeñas cosas? Tu fidelidad diaria sostiene el mundo, no lo dudes. Una sonrisa, ese pararse a saludar un momento, un mensaje breve a quien sabes que le hace falta o que mandas simplemente porque te has acordado de él. Qué preciosas son tus cosas para tu Padre, hija. Además ¿acaso crees que hay algo que no sea pequeño delante de su Grandeza Todopoderosa? No te dejes engañar. Ahí tirada en la alfombra toda la tarde con tu niño haciendo ese collage, disfrutando de sus pequeños descubrimientos, acompañando su crecer que llena de luz el cielo de tu Padre ¿o acaso no sabes que lo que más le importa al Padre del cielo son los juegos de sus niños? -¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?- Por eso huye del activismo, del utilitarismo asfixiante, de la prisa, de la exigencia de "el yo y el ya". Necesitamos que haya alguien que no tenga siempre el tiempo ocupado para que pueda ocuparse de nosotros, los pequeños.  Hija, haz lo que haces, no pienses en lo que harás después o en lo que no te ha dado tiempo a hacer, haz lo que haces con todo el corazón. Sabiendo que tu Padre del cielo, tirado contigo en la alfombra de tu vida disfruta como un niño viendo cómo te haces una mujer. María, la joven que hacía silencio, la madre y esposa de la casa sencilla de Nazareth, la viuda de José, la discípula siempre, siempre, te enseñará lo preciosa que es tu vida para El.

jueves, 24 de octubre de 2013

FUEGO

¿Vale la pena levantarse hoy? La nebulosa mediocridad con la que te despiertas te impide percibir cuan determinante es este primer momento de conciencia. No puedes pensar. Parece que sólo queda el instinto de supervivencia. Pero no es verdad. Puedes suplicar. Pedir como un mendigo lo que no tienes. Fuego. Ese que hacía levantarse a Jesus al rayar el alba para hablar con su Padre. El mismo que le hacía arder de celo por la salvación de la gente. Ese que te falta cada mañana y que ni el café ni la radio a todo volumen consiguen encender. El fuego del Espíritu Santo. Comienza suplicando: "Ven Espíritu Santo inflama nuestros corazones en las ansias redentoras de Cristo para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras en unión con El por la redención del mundo". Es una oración que hacen miles de personas y el mismo Papa Francisco hace cada mañana. Memorízala. Pero en cualquier caso di: Ven Espíritu Santo y hazme arder de amor, el amor de Jesus, amor por la gloria del Padre y amor por la gente. Amor. Hazme arder, infunde calor de vida en el hielo. Repítete: "No me  puedo quedar indiferente". Jesus arde por la salvación de cada uno de los que hoy te encuentres, en el metro, en el bus, en la oficina, en clase. Les miras y no sientes nada. No te preocupes. Reza por cada uno, mírales la cara y pide. "Ven Espíritu Santo sobre él, sobre ella". En breve te descubrirás ardiendo tú también con su mismo fuego. El fuego de los santos como la Madre Teresa. El fuego del amor. La vida no está hecha para conservarse sino para consumirse, dando luz y calor a muchos que lo esperan aún sin saberlo. He venido a prender fuego a la tierra ¡y cómo deseo que estuviera ya ardiendo! 

miércoles, 23 de octubre de 2013

RUTINA

RUTINA

Comienza un nuevo día. Piensa que podrías no haber amanecido. Este día tiene un propósito. Dios te lo regala porque te quiere y también porque cuenta contigo. Ofrécete. Conságrate al Dios Amor, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que te regala la vida, este día. Haz despacio la señal de la Cruz sobre tu cuerpo: mente, corazón y brazos. Eso es lo que pones bajo la protección de su Nombre bendito. Mente para pensar como el Padre, para mirar a los que hoy te encuentres como les mira el Padre, para verte a ti misma como como hija, infinitamente amada también con todas tus miserias y defectos. El corazón para sentir lo que siente Jesús y amar como El lo hace. Los brazos para ser los del Espíritu Santo que con su abrazo abarca a todos, los acoge y los estrecha contra el corazón de Dios. La invocación de su Nombre es como un pequeño exorcismo, una efusión doméstica de su Presencia sobre tu cuerpo que penetra hasta el alma. Mejor aún si lo haces con agua bendita en la puerta, ante de salir, frente a esa imagen tan querida para ti. La puerta que vas a atravesar es la de este nuevo día, detrás de ella el Dios de las sorpresas te espera. Pero tú ya no tienes miedo, ni ansiedad, ni tedio, porque no vas en tu nombre -qué pobre y rutinario sería- sino en el Suyo. Él te espera, te necesita, te bendice y te envía. Eres suya, del Padre -hija amada, su niña- del Hijo -amiga con la que El puede contar- del Espíritu Santo -templo donde le das gloria con tu tarea sencilla hecha con Su amor- Repite despacio esta consagración de ti misma para su gloria por medio del amor y proclama: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Suplica la fe para reconocerle en las circunstancias, en tu interior, a tu lado y por encima de ti.  Recuerdate: "Soy suya, y no de las circunstancias". Empieza el día, un día único, una oportunidad que no volverá, lleno de acciones cuyo amor quedará grabado en la eternidad, en el corazón de tu Dios. El te espera en lo pequeño. "Lo que hacéis hacedlo con toda el alma, como para servir a Dios y no a los hombre. Servid a Cristo Jesús".¡Feliz el criado que cuando vuelve su Señor lo encuentra trabajando así! Os aseguro que le hará sentar y liberado de su carga le servirá El mismo". Acuérdate del cielo. "Como era en el principio (sea) ahora, (como) será siempre, por los siglos de los siglos". No tengas miedo. El estará a tu lado para que cumplas tu misión. "Y ahora, ¡Ve,Yo te envío!"