jueves, 11 de diciembre de 2014

LA HUMILDAD DE LA LUZ


Jesús, Tú eres la Luz. La Luz verdadera que alumbra a todo hombre. Pero como la luz eres humilde. Ella, la luz, baña la tierra y nos permite ver la belleza de las cosas creadas; sin embargo nadie repara en su propia belleza. Ella refleja sobre las gotas del rocío sobre las hojas del otoño, rompe entre las nubes la oscuridad de la tormenta, hace nacer el día tímidamente mezclada con la bruma de la mañana. Todo vuelve a la vida con ella: el hombre y los animales comienzan sus trabajos, desde el más pequeño de los insectos hasta el más importante de los príncipes de la tierra. Agradecemos su cálida y fugaz caricia sobre nuestro rostro y seguimos nuestros quehaceres consolados por ella. La luz como el amor, es humilde, no se impone, es benéfica, gratuita, universal, llena de paz y de alegría.  Jesús, Tú eres la Luz. Por ello no te impones aunque nunca dejas de brillar. Tu resplandor atraviesa imperceptiblemente el universo, lo sostiene y lo encamina hacia su destino final y sin embargo sólo el corazón sencillo goza de tu calor, como la plantita que extiende sus hojas humildemente hacia el Sol benéfico. Así, sólo los humildes son capaces de descubrir el tesoro escondido, abrirlo y saciarse de su Luz. Hágase en mí según tu Palabra.

1 comentario:

  1. "...Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias" (Del Salmo 50). Gracias¡¡¡

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