Parece evidente, no hace falta ser
exhortados a esto y sin embargo… no lo es. ¿Por qué nos aferramos a esas
melancolías? Porque en ellas somos los protagonistas y sin embargo en la
consolación el protagonista es el Espíritu Santo.
Dejarme querer con la inconsciencia de un
niño, gratuitamente, abandonado en Su Amor. Alegrarme, vivir alegre por lo que
El ha hecho, hace y va a hacer contando con mi ser desastroso… dar gracias por
adelantado, alabarle.
¡FE! Nos falta tanta fe… Recuperar la
alegría de la fe, la alegría de vivir de fe, vivir de la fe, sobrenaturalmente,
un poco “a-normal”. No apaguéis el
espíritu, no despreciéis –descuidéis- la profecía. Vivir todo
preguntándote, orando, invocando al Espíritu, la protección de la Madre, en el
nombre de Jesús y por su Sangre, alabando y dando gracias por adelantado,
intercediendo. Desde la fe. Después de haber vivido tantas cosas ¿cómo no
vivo totalmente de la fe en Ti,
Señor?
Vivir de los consuelos de Dios, de sus
consolaciones, de la acción del Consolador, en todo momento. Pedirlo,
esperarlo, vivirlo, agradecerlo, fructificarlo.
Madre, fórjanos como tú: receptiva pero
no pasiva, para que actúe en nosotros el Dios de las sorpresas, El que está en medio de nosotros pero todavía no conocemos realmente, no valoramos el
poder y la fuerza real de su acción, todavía
no conocemos realmente su alegría… Abrámonos a ella, el Señor está cerca,
llamando ¿le cerraremos por miedo a una alegría no controlable?
Siempre con Fé motivada a dejar que Dios nos cuide nos ame y nosotros tener gestos de caridad al que en su corazón aún no ha conocido a Dios......me encanta sus escritos.....un abrazo muy grande
ResponderEliminar