jueves, 24 de octubre de 2013

FUEGO

¿Vale la pena levantarse hoy? La nebulosa mediocridad con la que te despiertas te impide percibir cuan determinante es este primer momento de conciencia. No puedes pensar. Parece que sólo queda el instinto de supervivencia. Pero no es verdad. Puedes suplicar. Pedir como un mendigo lo que no tienes. Fuego. Ese que hacía levantarse a Jesus al rayar el alba para hablar con su Padre. El mismo que le hacía arder de celo por la salvación de la gente. Ese que te falta cada mañana y que ni el café ni la radio a todo volumen consiguen encender. El fuego del Espíritu Santo. Comienza suplicando: "Ven Espíritu Santo inflama nuestros corazones en las ansias redentoras de Cristo para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras en unión con El por la redención del mundo". Es una oración que hacen miles de personas y el mismo Papa Francisco hace cada mañana. Memorízala. Pero en cualquier caso di: Ven Espíritu Santo y hazme arder de amor, el amor de Jesus, amor por la gloria del Padre y amor por la gente. Amor. Hazme arder, infunde calor de vida en el hielo. Repítete: "No me  puedo quedar indiferente". Jesus arde por la salvación de cada uno de los que hoy te encuentres, en el metro, en el bus, en la oficina, en clase. Les miras y no sientes nada. No te preocupes. Reza por cada uno, mírales la cara y pide. "Ven Espíritu Santo sobre él, sobre ella". En breve te descubrirás ardiendo tú también con su mismo fuego. El fuego de los santos como la Madre Teresa. El fuego del amor. La vida no está hecha para conservarse sino para consumirse, dando luz y calor a muchos que lo esperan aún sin saberlo. He venido a prender fuego a la tierra ¡y cómo deseo que estuviera ya ardiendo! 

miércoles, 23 de octubre de 2013

RUTINA

RUTINA

Comienza un nuevo día. Piensa que podrías no haber amanecido. Este día tiene un propósito. Dios te lo regala porque te quiere y también porque cuenta contigo. Ofrécete. Conságrate al Dios Amor, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que te regala la vida, este día. Haz despacio la señal de la Cruz sobre tu cuerpo: mente, corazón y brazos. Eso es lo que pones bajo la protección de su Nombre bendito. Mente para pensar como el Padre, para mirar a los que hoy te encuentres como les mira el Padre, para verte a ti misma como como hija, infinitamente amada también con todas tus miserias y defectos. El corazón para sentir lo que siente Jesús y amar como El lo hace. Los brazos para ser los del Espíritu Santo que con su abrazo abarca a todos, los acoge y los estrecha contra el corazón de Dios. La invocación de su Nombre es como un pequeño exorcismo, una efusión doméstica de su Presencia sobre tu cuerpo que penetra hasta el alma. Mejor aún si lo haces con agua bendita en la puerta, ante de salir, frente a esa imagen tan querida para ti. La puerta que vas a atravesar es la de este nuevo día, detrás de ella el Dios de las sorpresas te espera. Pero tú ya no tienes miedo, ni ansiedad, ni tedio, porque no vas en tu nombre -qué pobre y rutinario sería- sino en el Suyo. Él te espera, te necesita, te bendice y te envía. Eres suya, del Padre -hija amada, su niña- del Hijo -amiga con la que El puede contar- del Espíritu Santo -templo donde le das gloria con tu tarea sencilla hecha con Su amor- Repite despacio esta consagración de ti misma para su gloria por medio del amor y proclama: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Suplica la fe para reconocerle en las circunstancias, en tu interior, a tu lado y por encima de ti.  Recuerdate: "Soy suya, y no de las circunstancias". Empieza el día, un día único, una oportunidad que no volverá, lleno de acciones cuyo amor quedará grabado en la eternidad, en el corazón de tu Dios. El te espera en lo pequeño. "Lo que hacéis hacedlo con toda el alma, como para servir a Dios y no a los hombre. Servid a Cristo Jesús".¡Feliz el criado que cuando vuelve su Señor lo encuentra trabajando así! Os aseguro que le hará sentar y liberado de su carga le servirá El mismo". Acuérdate del cielo. "Como era en el principio (sea) ahora, (como) será siempre, por los siglos de los siglos". No tengas miedo. El estará a tu lado para que cumplas tu misión. "Y ahora, ¡Ve,Yo te envío!"