domingo, 3 de noviembre de 2013

PEQUEÑO

Hija mía, qué hermosa es tu vida. Pequeña y cotidiana. Llena de tantas acciones insignificantes para el mundo. Incluso tú misma a veces piensas si alguien lo tendrá en cuenta. Pero hija, gracias a personas como tú el mundo sigue siendo humano. Sin exigir ni gratitud ni un precio a tus pequeños favores y trabajos. Gratuitamente. Cuánto valor tiene para Dios. El no ve como los hombres, hija, El ve el corazón. También ve tu fatiga, tedio y pereza que sientes a veces. Pero ¿no te das cuenta de que a pesar de ello sigues haciendo fielmente esas pequeñas cosas? Tu fidelidad diaria sostiene el mundo, no lo dudes. Una sonrisa, ese pararse a saludar un momento, un mensaje breve a quien sabes que le hace falta o que mandas simplemente porque te has acordado de él. Qué preciosas son tus cosas para tu Padre, hija. Además ¿acaso crees que hay algo que no sea pequeño delante de su Grandeza Todopoderosa? No te dejes engañar. Ahí tirada en la alfombra toda la tarde con tu niño haciendo ese collage, disfrutando de sus pequeños descubrimientos, acompañando su crecer que llena de luz el cielo de tu Padre ¿o acaso no sabes que lo que más le importa al Padre del cielo son los juegos de sus niños? -¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?- Por eso huye del activismo, del utilitarismo asfixiante, de la prisa, de la exigencia de "el yo y el ya". Necesitamos que haya alguien que no tenga siempre el tiempo ocupado para que pueda ocuparse de nosotros, los pequeños.  Hija, haz lo que haces, no pienses en lo que harás después o en lo que no te ha dado tiempo a hacer, haz lo que haces con todo el corazón. Sabiendo que tu Padre del cielo, tirado contigo en la alfombra de tu vida disfruta como un niño viendo cómo te haces una mujer. María, la joven que hacía silencio, la madre y esposa de la casa sencilla de Nazareth, la viuda de José, la discípula siempre, siempre, te enseñará lo preciosa que es tu vida para El.

1 comentario:

  1. Qué bonito, Carlos! Muchas gracias por compartirlo con nosotros. Ojalá todos los días fuésemos conscientes de la importancia de los pequeños momentos, que son los que después se van guardando en el corazón.

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